LOS OBSTÁCULOS
Me permito la licencia
de publicar un capítulo del libro "Mi Credo Baloncestístico"
de PETERSON, D. (1991). Absolutamente recomendable para todos los
entrenadores noveles, y menos noveles. Conviene releerlo.
Una de las motivaciones principales para hacerse entrenador es
claramente esta: encontrar satisfacciones. Estas vienen de diversas
formas: títulos obtenidos, partidos ganados, entrega del jugador,
reconocimiento de un buen trabajo, progreso del equipo o de un jugador, o
saber, simplemente, de haber hecho todo lo posible.
Entre el entrenador y estas satisfacciones, sin embargo, hay
obstáculos –de diferentes colores, tipo, medida, y peso- Quizá el
saber evitar o superar estos es la cosa más difícil a nivel técnico.
A este nivel, de
hecho, hay más posibilidades de encontrar un obstáculo buscado por el
propio entrenador. Un resultado positivo será la única satisfacción a
este obstáculo. Más que un obstáculo es un error de valoración que
termina interrumpiendo el trabajo y condicionando la satisfacción.
El entrenador ahora se encuentra en las mismas condiciones que un
atleta de los 400 m. obstáculos. El “coach” debe estar en perfectas
condiciones –físicas y mentales- para llegar equilibrado hasta la meta,
igual que quien ha recibido satisfacciones. Buenas condiciones quiere
decir sobre todo buena “programación”.
Después de
la programación –le conviene a cada entrenador hacer un
buen estudio de la preparación física- está la “técnica” de
reconocer bien los obstáculos, de medir los pasos entre uno y otro.
Primero mente sana en cuerpo sano, después individualizar los
obstáculos.
Ahora
hace falta identificar el primer obstáculo, la dificultad. Quizá mejor
dicho las dificultades, en plural. Cierto es que en el deporte no hay nada
fácil, y lo mismo ocurre para el que entrena. A menudo, para superar las
difilcultades se necesita energía física, y por esto, el entrenador
necesita estar en buen estado físico.
Una
dificultad es siempre aquella de los principiantes, sobre todo con los
equipos de base: el entrenador quisiera hacer 5 sesiones de entrenamiento
a la semana, se encuentra con la dificultad de que solo puede hacer dos.
Aparentemente no hay una solución para este obstáculo. Hace falta una
solución y esta es, utilizar al máximo el tiempo disponible.
Una segunda
dificultad, especialmente a niveles juveniles, es la de los padres de los
jugadores. Fácil: siendo de la misma ciudad, los jóvenes son llevados en
coche por los padres que después los recogen. Los jóvenes están
controlados porque los padres están allí. Hace falta discernimiento para
tener a los padres en su sitio.
Una tercera
dificultad es la unión con los jóvenes del equipo. Esta unión puede
depender de los padres y de otros factores. No cambia el hecho: hace
falta, energía discernimiento para mantener un cierto nivel de unión con
los padres por a menudo se resisten interfieren y se entrometen.
Una cuarta
dificultad es la de la familia del entrenador. Quizá las cosa más
delicada en el caso de un “coach” casado, es la de administrar su
propio tiempo de cara a la esposa y los hijos. La familia necesita tiempo
y energía, igual que el equipo. ¿Tiene el entrenador esta energía?
Efectivamente, no siempre es suficiente.
Un segundo
obstáculo es el deber “de sufrir”. Se dice y es justo decirlo, que
las cosas más bellas son las que más cuestan. De hecho, en cualquier
trabajo, el que hace algo que le ha satisfecho no habla más que de ello,
pero también de las dificultades que ha tenido y de todo lo que ha
sufrido para lograrlo.
La critica es
la primera cosa que el entrenador debe soportar. El “coach” está “desnudo”.
Cada trabajo, cada solución, están allí para ser valoradas, para ser
discutidas. El entrenador es una figura publica, incluso a nivel juvenil.
Los que eligen el camino del espectáculo, de la política o del deporte,
se exponen siempre a los focos, al público y a la crítica.
La
desilusión es la segunda cosa que el coach debe sufrir. Son muy pocos los
entrenadores que acaban un año sin alguna desilusión, con alguna
amargura. Por dar un simple ejemplo, miremos la primera A: 28 empiezan el
campeonato, lo vence solo uno solo. Es lógico que los otros 27 en algún
modo quedarán desilusionados.
Trabajar sin
ver un premio es sufrir. El que dedica tiempo, pasión, energía y quizá
dinero de su propio bolsillo, desearía ver algo a cambio. Pero no siempre
es así. Este sufrimiento quita el animo a muchos entrenadores que
prometían, especialmente a nivel juvenil. Es un verdadero pecado.
DAN PETERSON.
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